"... lograr una certidumbre similar a la de las demostraciones de la aritmética y la geometría" (Descartes), por SHEILA TELLADO
Descartes trató de aplicar a la filosofía los procedimientos racionales inductivos de la ciencia, y en concreto de las matemáticas. Antes de configurar su método, la filosofía había estado dominada por el método escolástico, que se basaba por completo en comparar y contrastar las opiniones de autoridades reconocidas. Rechazando este sistema, Descartes estableció : “En nuestra búsqueda del camino directo a la verdad, no deberíamos ocuparnos de objetos de los que no podamos lograr una certidumbre similar a la de las demostraciones de la aritmética y la geometría”.
En esta frase Descartes compara la verdad con la aritmética o la geometría. Según él, al ser ciencias exactas en las que no hay subjetividad, son una verdad cierta y comprobada. Por esto, cualquier objeto que no presente una certidumbre tan clara como esta, no puede decirse que sea verídico. Pero ¿dónde está la diferencia entre estas ciencias, según Descartes, verídicas y otra ciencia como la historia? En los libros nos hablan de los acontecimientos históricos como cosas que han ocurrido, que son verídicas. ¿Por qué son menos ciertas que las fórmulas matemáticas? ¿Qué tienen éstas de especial?
Y ahora vayamos al terreno de nuestra mente. Cuando creemos que un hecho es cierto y estamos completamente seguros, ¿qué tiene esto de verídico? ¿Porqué no podemos igualarlo a las matemáticas? ¿Qué le falta a nuestro hecho para poder decir sin equivocarnos que es cierto? Y para entender esto mejor, recordemos a Alice Gould (Los Renglones Torcidos de Dios, por Torcuato Luca de Tena, editado en Planeta). Ella estaba segura de que era una investigadora privada, y que estaba cumpliendo su trabajo. Si ella nos cuenta un hecho, no la creeremos, pero ella está completamente segura. ¿Por qué no puede igualarse a la aritmética su versión del susodicho hecho?
Pueden parecer muy verídicas las matemáticas pero , ¿cómo estamos tan seguros? Quizás todos seamos una Alice Gould y estemos equivocados. Puede que estemos construyendo nuestra propia cárcel (Nietzsche) y por estar tan seguros de saber la verdad, no veamos la verdadera realidad.
¿Qué nos contestaría un pez si le preguntásemos por el agua en la que vive toda su vida? (Einstein) Nos diría todo lo que sabe de ella y se sentiría orgulloso de su contestación. Para nosotros ésta sería absurda, puesto que sabemos que existe más de lo que él conoce. Por lo tanto, estaría totalmente equivocado y creyendo que sabe toda la verdad. Nos haría sentir, como de costumbre, que lo sabemos todo y que nadie sabe más que nosotros. “Pobre pez” diríamos.
¿Y qué contestaríamos nosotros si un ser procedente de algún lejano lugar nos preguntase por nuestra vida y nuestro mundo? Simplemente contestaríamos lo que conocemos y creemos verídico.
“Pobres humanos, todavía no han sido desencadenados y sacados de su oscura cueva”(Platón)
Sheila Tellado Abad
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