Pedro trabajaba en una oficina
Pedro trabajaba en una oficina. Un buen día, por una de aquellas casualidades de la vida, se dio cuenta de que había entrado una mosca en el despacho. Primero hacía caso omiso al pequeño insecto.
La mosca se paseaba libremente por toda la oficina. Parecía examinar cada detalle de la habitación. Se paraba en la impresora, encima la fotocopiadora, el fax, la centralita, pasaba alrededor de los archivadores, etc. El aleteo de sus pequeñas alas producían un sonido casi imperceptible.
Hoy, tocaba facturación, era el día en que Pedro tenía más trabajo de todo el mes. Necesitaba tener bastante concentración, así que poco a poco se dio “más” cuenta de la presencia del insecto.
Poco a poco (y para su percepción), la mosca se convirtió en un moscardón, el frotar de sus alas empezaba a producir un sonido ensordecedor, o por lo menos así es como él lo “sentía”.
Se levantó con toda la intención de acabar con ella. Abrió la puerta del despacho e intentó hacerla huir, pero la mosca esquivaba la salida con gran estilo.
Pedro prosiguió su hazaña empleando métodos más destructivos. Cogió un viejo periódico (el arma oficial para aniquilar moscas) y la siguió con la vista esperando que el bichito aterrizase sobre alguna base material. Se posó encima del teléfono. Pedro soltó un latigazo periodístico brutal pero la mosca escapó. El teléfono no tuvo tal habilidad y acabó por el suelo, roto en mil pedazitos. Luego le tocó a la impresora, los altavoces del pc, la pantalla plana, el bote de lápices, la calculadora, etc, etc.
La mosca siempre escapaba, pero el despacho poco a poco se fue convirtiendo en un auténtico caos. Todo acabó esparcido por el suelo, un montón de cosas rotas y la mosca seguía inalterable.
Sin previo aviso, la puerta se abrió y entró el gerente de la empresa. Pedro quedó estupefacto, no por la entrada del jefe sino porque la mosca salió del despacho aprovechando tal ocasión.
El gerente al ver el lamentable estado de la oficina despidió a Pedro sin pensárselo dos veces.
Moralejas que pueden surgir:
-A veces, intentando solucionar un pequeño problema, ocasionamos uno mayor. (Por culpa de una insignificante mosca, pedro se queda sin trabajo)
-A veces la mejor forma de solucionar un problema es no hacer nada. (Si Pedro hubiera hecho caso omiso de la mosca, ella hubiera marchado por su propia cuenta)
-A veces creemos ver un problema donde no lo hay, (Si Pedro analizara la situación fríamente, el hecho de que una mosca este en un despacho es algo banal y sin importancia.
-No debemos despreciar nunca el tamaño de un adversario.
-Las cosas más sencillas, a veces, son las más complicadas.
-etc, etc, etc...
(Cortesía de Sheila)
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