Otra carta de Platón a los Sofistas
La educación es el proceso por el que una persona debe pasar hasta llegar al conocimiento de la verdad. Sólo llegado a este punto estará preparada para gobernar. Por tanto, la educación no es un medio para llegar al poder y fortuna propios, sino para llevar la armonía a la polis. A continuación explicaré mis palabras para evitar malentendidos.
En primer lugar, debemos distinguir entre el mundo sensible y el inteligible. El mundo sensible es aquel que nace y muere, aquel formado por lo material y cambiante. El mundo inteligible es el mundo de lo inmaterial y eterno, de aquello real e invisible. El mundo sensible está formado por copias materiales imperfectas de las Ideas inmateriales. Al igual que la visión de las cosas sensibles se llama opinión, la comprensión de las Ideas del mundo inteligible se llama conocimiento.
En segundo lugar, debo aclarar que mi postura ante la democracia es en contra, porque los políticos han sido educados para alcanzar el poder utilizando la manipulación, y para buscar su propio beneficio. Además, los políticos de una democracia no tienen preparación previa y no saben conseguir que la polis llegue a una armonía y felicidad. Y, cómo no, nunca perdonaré a este sistema político la ejecución de mi maestro Sócrates. Por todo esto, creo que el gobierno de la polis debe llevarla una sola persona, en concreto un filósofo. Para que una persona sepa gobernar de manera justa, debe conocer la esencia de la justicia y la bondad. Para ello deberá pasar del mundo sensible al inteligible, conocer las Ideas, y por tanto, la justicia y la bondad en sí mismas. Por tanto, primero habrá que escoger las personas con mejores cualidades para la tarea que se le encomienda. Y una vez elegida, potenciar sus capacidades innatas a través de la educación correcta.
Finalmente, una vez conseguido el gobernante adecuado, el cual conocerá las Ideas y el mundo inteligible, deberá dedicarse a gobernar para conseguir un estado justo y armonioso. Para que así sea, la sociedad se compondrá de tres clases sociales, composición que coincide con la del alma. En primer lugar la clase de los productores, que producirán lo necesario para la ciudad. Ésta coincide con la parte apetitiva del alma. Por tanto, los productores deberán actuar con moderación sin dejarse llevar por los apetitos. En segundo lugar, la clase de los guardianes, que se dedicará a defender a la ciudad. Ésta se corresponde con la parte irascible del alma, por lo que los guardianes deberán ser valientes. Y por último, la clase de los gobernantes-filósofos que gobernarán la ciudad. Ésta se corresponde con la parte racional del alma, y por tanto, aquel que gobierne deberá ser prudente y sabio.
En primer lugar, debemos distinguir entre el mundo sensible y el inteligible. El mundo sensible es aquel que nace y muere, aquel formado por lo material y cambiante. El mundo inteligible es el mundo de lo inmaterial y eterno, de aquello real e invisible. El mundo sensible está formado por copias materiales imperfectas de las Ideas inmateriales. Al igual que la visión de las cosas sensibles se llama opinión, la comprensión de las Ideas del mundo inteligible se llama conocimiento.
En segundo lugar, debo aclarar que mi postura ante la democracia es en contra, porque los políticos han sido educados para alcanzar el poder utilizando la manipulación, y para buscar su propio beneficio. Además, los políticos de una democracia no tienen preparación previa y no saben conseguir que la polis llegue a una armonía y felicidad. Y, cómo no, nunca perdonaré a este sistema político la ejecución de mi maestro Sócrates. Por todo esto, creo que el gobierno de la polis debe llevarla una sola persona, en concreto un filósofo. Para que una persona sepa gobernar de manera justa, debe conocer la esencia de la justicia y la bondad. Para ello deberá pasar del mundo sensible al inteligible, conocer las Ideas, y por tanto, la justicia y la bondad en sí mismas. Por tanto, primero habrá que escoger las personas con mejores cualidades para la tarea que se le encomienda. Y una vez elegida, potenciar sus capacidades innatas a través de la educación correcta.
Finalmente, una vez conseguido el gobernante adecuado, el cual conocerá las Ideas y el mundo inteligible, deberá dedicarse a gobernar para conseguir un estado justo y armonioso. Para que así sea, la sociedad se compondrá de tres clases sociales, composición que coincide con la del alma. En primer lugar la clase de los productores, que producirán lo necesario para la ciudad. Ésta coincide con la parte apetitiva del alma. Por tanto, los productores deberán actuar con moderación sin dejarse llevar por los apetitos. En segundo lugar, la clase de los guardianes, que se dedicará a defender a la ciudad. Ésta se corresponde con la parte irascible del alma, por lo que los guardianes deberán ser valientes. Y por último, la clase de los gobernantes-filósofos que gobernarán la ciudad. Ésta se corresponde con la parte racional del alma, y por tanto, aquel que gobierne deberá ser prudente y sabio.
Por todo esto, la educación servirá para formar gobernantes capaces de traer armonía y felicidad a la ciudad a través del conocimiento de las Ideas, verdades absolutas inmutables, ya que conocer la verdad es posible. Quiero decir también que aquello justo siempre será justo, porque es una verdad absoluta, por tanto no relativa. Y por supuesto, no se pueden dejar las elecciones importantes sobre una ciudad en manos de los ciudadanos, porque aquello que crean justo quizás no lo sea: no conocen las esencias, las Ideas.
Sheila Tellado
0 comentarios